MICHAEL JACKSON DEAD


La repercusión que generó la muerte de Michael Jackson ha demostrado, nuevamente, que las leyendas solo son posibles desde que el personaje en cuestión empieza a ser un cuerpo inerte que sugiere hechos del pasado.
Jackson no fué el ídolo de mi generación, y, tal ver por eso, siempre fuí reticente a reconocerlo como fenómeno musical y tampoco estaba entre los cantantes que escuchaba (el cálculo de que en cada casa hay un disco de MJ, no coincide contando la mía). Lo consideré un simple bailarín con voz aflautada que coincidía con el gusto de personas un poco mayores que yo (hoy viejos, casi como yo). Supongo que a todas las generaciones les sucede pretender suponerse testigos de los sucesos mas importantes de la historia.
Los fanáticos de los Beatles, aunque tal vez no lo reconozcan abiertamente, siguen convencidos de que su tiempo fué el mejor y el resto de la música y la cultura de éstos tiempos le debe mucho a lo que fueron ellos en su momento. Los gustosos de la música clásica, de algún autor en especial también, observan misericordiosos las remembranzas hippies o metaleras de los jóvenes de ayer.
Reconociendo que el fenómeno cultural es innegable, y pretender soslayar a Michael Jackson a estas alturas es una necedad. Creo que lo mas importante, y pasa con todas las muertes, pero mas aún tratándose de alguien tan conocido como Jackson, es que las personas que siguen en vida y lo recuerdan se sienten tristes, sufren, piensan y se conmueven por sus propias muertes. La repentina concientización de que tenenemos que morir; de que ese metamorfoseado bailarín que se paseaba por los '80 como un ser exhultante de energía, actual y controvertido, es ahora un cadáver como cualquier otro (como uno mismo en un no tan lejano futuro).
De cómo fué y que legado deja se encargarán sus admiradores, detractores, los críticos y su obra misma; aún nos queda por espectar lo que puede ser uno de los sepelios mas concurridos de los últimos años.

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