EL TUNEL


La primera obra de ficción de Ernesto Sabato, publicada en 1948, es la mas popular de sus tres novelas, también la mas reeditada y reimpresa; por su calidad, por supuesto, pero también por el hecho de ser la mas aprehensible de las tres – Sobre Héroes y Tumbas y Abbadon El Exterminador son las siguientes- y la menos extensa.
El argumento es llano y esta explicitado desde el inicio mismo de la novela, donde el pintor Juan Pablo Castel –personaje en primera persona y narrador- refiere que él mato a Maria Iribarne.
Durante el desarrollo de la obra, Castel muestra a sus posibles lectores parte de su vida interior, que explicaría en cierta medida los motivos por los cuales tuvo que matar a Maria.
Un ser sensible, maniático y contradictorio discurre por la ciudad que le es hostil; Castel, autocrítico y pesimista respecto a la condición humana, disfruta analizando las miserias propias personales y comunes de la sociedad. Un suceso altera su cotidianidad: la exposición en el Salón de Primavera de 1946, donde presenta un cuadro llamado Maternidad, el mismo es ignorado o someramente visto por los concurrentes a la exposición – sobre todo por los críticos a los que Castel desprecia-, excepto por una mujer, que al verlo se conmueve un instante frente a la ventanita, parte del cuadro que estaba a un costado del mismo en el que aparecía la imagen de una mujer en una playa frente al mar mirándolo. Al ser ella la única persona a la que le había interesado la escena de la ventanita, Castel la supone –íntimamente- como también la única persona que pudiera comprender su pintura y a él mismo. Meses mas tarde, después de imaginar posibles encuentros, la ve en la calle y decide seguirla; lo hace hasta que ella entra a un edificio; cuando ella esperaba el ascensor, Castel le pregunta si ese es el edificio de la Compañía T, a lo que ella le contesta afirmativamente, para posteriormente sonrojarse, entonces Juan Pablo Castel, al notar que ella lo había reconocido –él era un pintor notorio- decide preguntarle por la escena de la ventanita, ella le contesta algo nerviosa y vacilante dándole a entender que no recordaba la escena del cuadro. Afligido Castel decide irse, decepcionado y afectado por la escena ridícula que personificó. Maria Iribarne lo siguió y luego de llamarlo (“¡señor…señor!”) le confesó que si lo había reconocido y con respecto a la escena del cuadro le dijo: “La recuerdo constantemente”, para luego irse. Días después, y luego de que Castel intentara encontrarla infructuosamente en los alrededores y en la misma Compañía T, la ve saliendo de la boca de un subterráneo, donde Juan Pablo había hecho guardia y rondado durante ese tiempo; allí la interceptó y la llevó del brazo hasta la Plaza San Martín. La conversación que sostuvieron marca un punto de inflexión en la novela, porque desde ese encuentro, en el que Castel le dice a Maria que la necesita mucho aunque no sabe bien por que, queda establecida la relación, que seria intima después, entre ellos. Desde ese suceso, Castel intenta una comunión salvadora, que exceda el simple acto físico, con Maria, y encuentra en detalles, en actitudes, en contradicciones que surgen de sus conversaciones (casi interrogatorios en ocasiones) y falta de certezas, motivos para caer en desazón y desesperación ante la imposibilidad de asir a Maria Iribarne a su mundo.
La metáfora de El Túnel, que seria el mundo inhóspito, de desesperanza, e ironía doliente respecto a los seres humanos, a Dios y al mundo en general, que habita Juan Pablo Castel, en el que a través de una ventana (la ventanita) se asomara Maria Iribarne, la cual seria un ser similar a él habitando otro túnel, paralelo al suyo; encuentra su contraste ante los hechos fútiles y costumbres chabacanas y convencionales que Castel advierte en ciertas actitudes de Maria. Luego descubriría por iniciativa de la propia Maria, que ella está casada con Allende, quien es ciego y esposo engañado también, además de la no resuelta relación que ella tendría con su primo Hunter. En un arrebato conclusivo de sus crisis analíticas, concluye que debe matar a Maria, y se dirige a la estancia de Hunter (la que Castel ya había visitado anteriormente junto con Maria); allí, ingresa a su habitación y clava el cuchillo que llevaba consigo, en el pecho de Maria Iribarne. De esta forma concluye que Maria era una persona, de las que no vivían en túneles, y simplemente se había acercado, curiosa y transitoriamente, a ver el túnel que el habitaba, solo irremediablemente.
Publicada en su primera edición por la mítica editorial de la revista Sur, que dirigío Victoria Ocampo durante muchos años, y de la cual también fué colaborador con ensayos y reseñas bibliográficas, alcanzó la universalidad de la cual solamente pueden ser capaces las grandes creaciones.

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