A SALVO DE LA LLUVIA

Al principio escucharme hablar era como para asustarse, por eso era tan callado y era el único de la Escuela que se vestía con pantalón corto.
Moría alguien solo para que yo estuviera atento a lasn remotas risas de sus dolientes, a la mezquindad del café sin azúcar del velorio, al tiempo utilizado en la compra de los inútiles zapatos de las guaguas, asqueadas.
Bastaba viajar para determinar que toda la gente es una mierda, en todas partes, y todas las ciudades hostiles, lo inhóspito de las plazas prestadas, pero lo bueno era caminar con la certeza de que nadie te va a dar nada si no lo pides, y aún, quer te puedes extinguir a tu gusto siempre que no putrefactes la entrada de algún negocio. Siendo mas específico: sin dinero es necesaria la negación de cualquier atisbo de dignidad que perjudique la misericordia (dada solo a un miserable, claro). Pero hasta en esas situaciones, que pudieran exasperar a un miembro activo de nuestra sociedad, existe el odio y la venganza. Odio para quien alivia mi hambre, venganza prometida para con su hipócrita sensibilidad de culpa y risa.
Reir, pero no de felicidad, a lo sumo de satisfacción.
Empezando en la casa, cuando mamita piel de cordero me mira con ese odio de gata preñada, cuando me tocas con esas manos de comida de anafre que me repugnan como sus senos. Si supiera con certeza, que entiendo que me deteste... (ser insensible me dado cierto razonamiento); valoro su esfuerzo en aguantarse y no agarrarme a palazos cada mañana que me ve durmiendo así de feo, salado y repulsivo como ella. Para que mentirnos, siento inequívocamente lo milagroso y extraordinario que sería suponer una conducta diferente.
Paso a paso. Con rara cirujía voy inmiscuyéndome en la vida de la parejita que me circunda y en la mía.
Coco y Fatimita, tan suave de pelos ella, de como se miran y escenifican muy mal su papel de chicos no tiradores. Tan distintos a mi la Andrea; puedo decir que parecemos traficantes de sexo y mal gusto, que el primer beso de lenguita nos lo dimos recién en el motel, hacemos tan linda pareja que si yo me viera me gustaría estar en mi lugar; lo malo es que yo debo tener alguna patología de monstruo inmoral y concupiscente que solo se quiere a si mismo y ella debe ser el tipo de mujer que le parece un deber sacar ventaja de cuanto pueda, contra quien fuere (hambre atávico, dirían). Resúmen, ambos nos despreciamos en la mas absoluto complicidad.
Pensar, no por ganar, sino por lastimar.
Y como ser desprejuiciado y democrático que estoy obligado a ser, tengo que admirar la valentía de cualquier maraco metido a héroe, respetar a cualquier puta que me masturba inmisericorde... ser cauto y específico a la hora de odiar. Porque yo odio, no es que sea íncómodo recurri a eufemismos y morirse como un chico bueno, pero a veces dan ganas de hacer un inventario de la inmundicia.
Poner, porque es lindo poner un hijo y tener un huevo.
Vivir a sabiendas de lo fútil y vano que soy, de lo celeste y pegajoso del mundo en general, y de los buenos en particular. Salir de Dios y regresar como si nada, podrido y ruín; fumar y protegerse de la lluvia como un caldero de miedo, enloquecer sin ser imbécil y permitirse el lujo de creer que al menos así se puede estar a salvo por un rato.

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