INVICTUS


Esta obra, basada en la novela de John Carlin (The Human Factor: Nelson Mandela and the game that changed the world), dirigida y producida por el indispensable y ya indiscutible, Clint Eastwood, narra lo sucedido en Sudáfrica con posterioridad a la asunción de Mandela como presidente de ese país, mas precisamente a lo relacionado con el Mundial de Rugby organizado por Sudáfrica entre mayo y junio de 1995.
Es así que nos encontramos ante una situación política compleja (no tratada a fondo en el film pero sí en la medida necesaria de acuerdo al tema fundamental), inédita y sin precedentes en la era democrática moderna. De un apartheid rígido y aparentemente interminable, ésta nación (producto de muchos esfuerzos y circunstancias) encuentra en el líder negro, preso durante 27 años por motivos políticos, Nelson Mandela (Morgan Freeman) a un presidente que debe lidiar con el hambre de revancha-justicia de una gran mayoría de la población negra oprimida a la cual representaba; predominante en cantidad, ansiosa de la redención de sus antiguos recelos y humillaciones acumulados durante el período racista impuesto. A la vez, con el temor y el prejuicio –en rigor de ambas partes- de la minoría blanca ante el inminente régimen de ajuste cuentas que prevén ante la llegada al poder de Mandela.
El líder, con una perspectiva a largo plazo y realista desde el punto de vista económico e incluso cultural, decide emprender el camino hacia la formación de una Sudáfrica nueva, pero que no se fundamente en el odio y la venganza, sino en la conciliación y en la identificación del pueblo en general para con la nación en ciernes. Encuentra en el Mundial de Rugby, la oportunidad mas propicia para empezar a hacer efectiva esa meta, para eso comienza pidiendo una entrevista con el capitán del equipo sudafricano Francois Peinar (Matt Damon).Más allá de los esfuerzos políticos concretos, de la estabilidad económica, de promover una aceptable inversión extranjera y de mantener la estabilidad social, es a veces lo simbólico el soporte y potencia de ciertos paradigmas y auto identificaciones socio-culturales. En este caso el rugby sería el factor de unión y de esfuerzo común. Mandela lo vé, y se empeña en fortalecer esa idea a través de un hecho concreto: Sudáfrica debía ser campeón del tercer Mundial de Rugby.
A los hechos (permitiéndome un margen mas amplio que el de la película quizá): el equipo favorito en ese torneo eran los All Blaks de Nueva Zelanda, además del último campeón Australia, con quien jugaría el partido inaugural del mundial el equipo sudafricano, el 25 de mayo en Ciudad del Cabo. Los Springboks (Sudáfrica) ganaron ese partido haciendo prevalecer su fortaleza defensiva, la que sería su mayor virtud durante el torneo, donde atravesó, no sin dificultades, cuanto rival se le puso en frente (Australia 27-18; Rumania 21-8; Canadá 20-0; Western Samoa 42-14; Francia 19-15), hasta alcanzar la final contra Nueva Zelanda el sábado 24 de junio en Johannesburgo.
Los Sprinboks se habían constituido en causa nacional, la portada de la revista Sport Illustrated previa al inicio del Mundial llevaba una creación artística con el rostro del capitán y símbolo del equipo, Jacobus Francois Peinar, con los colores del país y un titular que sería emblemático: “One team, one country, one mission”.
La espectacular definición de lo que fue el acontecimiento deportivo mas importante de la historia del continente africano hasta esa fecha, tendría en Nelson Mandela a un protagonista simbólico y presencial, pero también implícito e insoslayable.
El Haka, himno de los All Blaks, compuesto de una coreografía de gestos y gritos amenazantes, expuesto antes de iniciarse cada uno de sus partidos (no solo en éste Mundial, por cierto), no pudo equiparar ni aún disipar, el impacto psicológico que infundió al público en general el ingreso a la cancha previo al partido de Mandela, con la camiseta “6” de Pienaar (con quien establece un gran afecto y empatía en el film, incluso regalándole un poema inspirador para el desafío propuesto) y su gorra verde de los Springboks; además del saludo personal que efectuó el presidente a cada uno de los jugadores, propios y rivales.
Con la mejor defensa del torneo, el liderazgo de Pienaar y la efectividad ofensiva de Joel Stransky (10), Sudáfrica venció a la favorita Nueva Zelanda por 15-12, desatando la euforia general y los abrazos espontáneos y sin miramientos; quizá la primera confirmación de que Sudáfrica empezaba a existir como tal, sobre un fundamento mayor a la simple imposición geográfica.

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