ARTURO BORDA EN.... WARA-WARA



Wara-Wara, Estrella-Estrella, fue la primera gran película boliviana del cine silente filmada en 1929, estrenada el 9 de enero de 1930 en el Cine Teatro Princesa de la calle Comercio, manteniéndose en cartelera hasta el 6 de septiembre de 1931, fecha en que se hizo la última exhibición; bajo la dirección de José María Velasco y producción de “Urania Films” tuvo la participación sobresaliente de figuras reconocidas de la cultura boliviana de ese tiempo, como son los casos del teatrista y radialista Emmo Reyes (de quién se dijo a su fallecimiento, que había sido enterrado vivo), del laureado poeta Guillermo Viscarra Fabre, del pintor y escritor autodidacta Arturo Borda, del mismo Velasco Maidana y de la jovencísima Marina Nuñez del Prado; además, por supuesto, de la importante aparición en el papel protagónico, de Juanita Fallansier.
El reparto era el siguiente:
Juanita Fallansier……………….......La Ñusta
Dámaso Eduardo Delgado………...Harahuico
Guillermo Viscarra Fabre…………El Gran Curaca
Arturo Borda……………………….....El Sumo Sacerdote Inca
José María Velasco Maidana ……El Capitán Español
Emmo Reyes……………………........Escudero del Capitán Español
Marina Nuñez del Prado formaba parte, junto con otras jóvenes, del cortejo de la ñusta.

Como lo refiere el Instituto Cinematográfico Boliviano:
“El argumento de Wara-Wara, creación de don Antonio Díaz Villamil, resurgía una leyenda romántica, de la última época del incario. Evoca una comarca gobernada por el gran Curaca, ante quien llega un día la advertencia divina transmitida por labios de Harahuico, (poeta del incario), de que el poderío de los incas llegará a su fin como consecuencia de los altos designios del Dios supremo, que indignado por la vida relajada y la lucha fratricida de los hermanos que gobiernan el gran Imperio de los Incas, ha permitido que asomen a sus tierras, hombres blancos venidos de los mares para castigar tales imperfecciones.
La ñusta real ama en silencio a Harahuico, y se halla asociada a sus sentimientos, y con gran congoja observa que la predicción de Harahuico, concita la ira del Gran Curaca quien condena al poeta a ser echado desde la altura de un monte. El Sumo Sacerdote proclama la sentencia que se cumple, sumiendo a la pareja en una prolongada sucesión de escenas de trámite dramático.
Pero el sacrificio del poeta no es suficiente para detener el designio preconizado, y los hombres blancos llegan a la comarca que es arrasada en lucha desigual, epilogada con la caída del imperio incaíco”. (1)
Hasta aquí el argumento.
Los actores elegidos, pese a no tener una formación profesional previa, por otra parte imposible dado el carácter incipiente del cine nacional, excepto Emmo Reyes quién se había formado en el arte escénico a través del teatro, cumplieron sobradamente con las expectativas que había generado la primera película boliviana de éxito.
Se destacó nítidamente Juanita Fallansier, que a pesar de su juventud e inexperiencia sorprendió y satisfizo al público con una gran actuación.
Estríctamente Juana Fallansier fue la primera Estrella del cine boliviano, impresionó sobre todo por su acierto mayúsculo en las escenas dramáticas que le tocó interpretar; durante la película llora mucho, al respecto dice: “(…) pero no es por amor que lloro. Es por necesidad. Se me exigió que hiciese tal, y tuve que hacerlo con la mayor naturalidad. Yo soy difícil de llorar. Imagínese pues el esfuerzo que me costó hacerlo sin que me sucediera nada. Castigué a mis nervios de manera horrible. Los hice enfermar, solo así pude conseguir ese estado del alma que nos pone en el trance de llorar. Y lloré”. (2)
En cuanto a la participación de Arturo Borda, tenemos por un lado, su labor rigurosamente relacionada a su papel dramático y, por otro, su intervención en cuanto a la ejecución de la obra desde niveles decorativos y aún directrices.
En una crítica de “El Diario” de enero de 1930, su actuación es relievada: “(…) Pero entre los que sobresalen debe anotarse a Arturo Borda, que parece haberse identificado en su papel de Sumo Sacerdote indígena, mostrándose siempre inexorable, como cuadra a su dignidad (…)”. (3)
Con respecto a su “verdadera” influencia en la obra fílmica, el mismo Borda refiere en su “Autobiografía”, describiendo el aporte y participación que tuvo de ésta manera: “También ha dirigido la filmación de las dos únicas buenas películas realizadas aquí: Huarawara y Hacia la Gloria, de Antonio Díaz Villamil, adaptándolas, sirviendo de actor, decorador y maquillador”. (4)
Las viscicitudes del film, sus copias y su esforzada y todavía incoclusa restauración, hasta su anunciada proyección en las nuevas instalaciones de la Cinemateca Boliviana es una historia que aún no podemos comentar y la visualización de la película entera sigue siendo imposible para las nuevas generaciones.


(1) “La Estrella” Wara-Wara. Instituto Cinematográfico Boliviano. Edición de Emp. Editorial Marsili de Oronoz y Cia. La Paz. 1954, s/n pg.
(2) “Actríz Principal de la Primera Película Boliviana. Wara Wara. Memorias”. Jeanne Marine de la Riva Guillén. s/ed. s/f. pg. 38.
(3) “La Estrella..” op. cit. s/n pg.
(4) “Autobiografía”. Arturo Borda en “La Mariposa Mundial” No. 2. Revista de Literatura. La Paz. 2000, pg. 11.